Para muchos falsificar la firma de los padres en las notas del colegio queda ya muy lejos. Aunque la tecnología no deja de avanzar, intentar suplantar la identidad de otra persona o falsificar su firma es cada vez más difícil. Incluso intentar evitar procedimientos judiciales alegando que la letra de un documento no se corresponde con una persona es ahora más complicado.
Todo el mundo que ha pasado por un quirófano o ha necesitado alguna prueba médica de cierta complejidad ha recibido una extenso documento en el que se le presentan los riesgos que puede conllevar para el paciente este tipo de intervenciones. Tras firmar ese escrito, conocido como consentimiento médico, el enfermo declina cualquier responsabilidad del personal sanitario y asume todos los peligros que puede conllevar la intervención para su salud. A partir de ahora, esa rúbrica supondrá algo más que un garabato sobre un papel ya que Bioecm ha creado un sistema que otorga a la firma plena validez legal al generar un perfil biométrico del usuario.
«Capturamos los parámetros caligráficos como un forense y generamos un perfil biométrico de la persona que tiene una validez legal total», explica Eduardo Sáez, director de Bioecm, una compañía establecida en la sede de Tres Cantos del Parque Científico de Madrid.
La firma tiene como partner a Wacom, una empresa que se dedica a la fabricación de terminales sobre los que se puede estampar la firma y que se conectan a un ordenador. Con esta tableta, los clientes pueden optimizar, asegurar y simplificar sus flujos de trabajo allí donde es preciso rellenar, firmar y verificar documentos.
«Lo que hace nuestro software es crear como una especie de fotografía de cada firma y cada pixel de la escritura realizada con el puntero sobre la pantalla del terminal se transforma en un punto que puede ser totalmente verificado. De esta manera, no es posible intentar falsificar al firma de otra persona», añade el responsable.
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